Las palabras son poderosas. En su interior reside un poder oculto, uno que no siempre es tangible hasta que observas las reacciones que desencadenan.
Un par de palabras basta para desencadenar una guerra, otro es suficiente para acabarla. En el orden correcto, las palabras pueden poner de buen humor a alguien o hacerlo sentir miserable.
La magia en el mundo real no necesita palabras extravagantes, tan solo se necesita el orden correcto de estas para crear o destruir.
Las palabras son poderosas, no las subestimes.